lunes, 23 de diciembre de 2013

Síntomas y manifestaciones del trastorno límite de la personalidad

Síntomas y manifestaciones del trastorno límite de la personalidad

Una de las mayores dificultades que se encuentra el profesional a la hora de realizar un adecuado diagnóstico del trastorno límite de la personalidad es tener que determinar los síntomas que corresponden a este trastorno, cuya característica principal es precisamente la inestabilidad, cambiando con frecuencia su sintomatología. Entre los síntomas y manifestaciones del trastorno límite de personalidad o borderline que pueden presentarse destacan:

Estado de ánimo cambiante, viviendo fases de tranquilidad y sosiego, y al momento siguiente, y sin que medie circunstancia alguna, se viven repentinos ataques de ira o ansiedad.

Dudas constantes sobre sí mismo, sobre su valía como persona o sobre su capacidad de afrontar el futuro, lo que se va a reflejar en cambios continuos de aficiones e intereses, y en una menor implicación en actividades que requieren un esfuerzo continuado durante un largo plazo.

Sentimientos crónicos de vacío e inutilidad, debidos a una devaluada percepción de su identidad, en comparación con la de los demás.

Relaciones interpersonales intensas y con continuas rupturas, debido a la inestabilidad en su forma de ver a los demás, lo que le lleva en ocasiones a idealizar a alguien, para luego devaluarlo con la misma intensidad.

Comportamientos extremos que ponen en riesgo la propia vida, motivados por su impulsividad y la búsqueda de sentido, lo que puede llevar incluso a intentos de suicidio.

Como se ha comentado anteriormente, este es un listado representativo de los síntomas que pueden presentarse para establecer el diagnóstico de trastorno límite de la personalidad, pero no tienen que aparecer todos, y además estos pueden ir variando en el tiempo, por lo que aumentarán las quejas del paciente y de sus más allegados, al no entender lo que sucede, y no encontrar un diagnóstico claro y rápido al respecto a partir del cual empezar a trabajar para superarlo.

A pesar de que la persona con este trastorno muestra una inteligencia normal, su desempeño a nivel académico puede ser inferior al de sus compañeros, debido precisamente a su inestabilidad en cuanto a sus intereses y una inconstante capacidad de trabajo, lo que agrava sus sentimientos de frustración y desesperanza, aumentando su sufrimiento psicológico.

En el ámbito laboral va a mostrar dificultades en aquellas profesiones que requieran de un esfuerzo constante, lo que podría ocasionar la pérdida del puesto de trabajo.


Tratamiento

Tratamiento del trastorno límite de la personalidad

Una de las primeras dificultades a las que se tiene que enfrentar el profesional a la hora de diseñar la intervención terapéutica para el trastorno límite de la personalidad es establecer prioridades, ya que este problema suele presentarse junto a otros trastornos psiquiátricos, especialmente acompañado de trastornos emocionales como la depresión mayor. Además, en el caso de que la persona presente adicción a drogas, habrá que tratarlo previamente.

A diferencia de otros casos, el trastorno límite de la personalidad produce gran sufrimiento psicológico a quien lo padece, así como a sus familiares y personas más allegadas; es por ello que la demanda de tratamiento suele iniciarse a petición del propio paciente, aunque en algunos casos es a requerimiento de su pareja o familiares. La cambiante sintomatología puede llegar a “desesperar” al demandante e incluso al especialista, frustrado por no poder alcanzar un diagnóstico claro.

Puede darse el caso de que un paciente esté yendo de consulta en consulta intentando saber lo que le pasa, y pueden pasar meses e incluso años antes de conseguir un diagnóstico adecuado a su trastorno, debido precisamente a su principal característica de cambio continuo de sintomatología; situación de incertidumbre que no hace sino agravar el sufrimiento personal y de los allegados, a la vez que se consolidan las consecuencias negativas en su vida académica, profesional y de relaciones sociales.

Una vez que se ha establecido el diagnóstico, y se ha determinado si existen otros trastornos concomitantes, se procede a establecer las prioridades del tratamiento, de forma que se comenzará por trabajar sobre aquellos síntomas que provoquen mayor malestar a la persona, o incluso que pongan en riesgo su vida, como es el caso de los intentos de suicidio. Será imprescindible realizar un tratamiento de desintoxicación previo cuando la persona sea consumidora habitual de sustancias ilegales, ya que estas van a interferir en el progreso esperado.

A continuación se describen algunos de los objetivos que se persiguen en el tratamiento del trastorno límite de la personalidad, con indicación de las técnicas empleadas en cada caso:

Independencia emocional. Se trabaja con la persona sus problemas de dependencia emocional para que aprenda a guiarse por sus propios valores y opiniones, y se le enseña que estos son tan válidos como los de los demás, para lo cual se le solicita que sea capaz de expresar y defender su opinión ante distintas situaciones.

Mejora de la comunicación, de forma que pueda establecer relaciones saludables con otras personas, sin idealizarlas ni demandarles más allá de lo que corresponde a la relación, empleando para ello técnicas de ‘role-playing’ propias de terapias de pareja, en donde se representan (realmente o en la imaginación) distintas situaciones para ver primero cómo se comporta el paciente y que luego aprenda cómo ser más eficaz en esas mismas situaciones.

Aumento de la autoestima y de la identidad personal, un trabajo cognitivo por el que se trata de afianzar la identidad que le hace único y diferente al resto, a la vez que aprende a valorarse con sus virtudes y sus defectos.

Control del estrés y de la frustración: la comprensión de su trastorno y de las consecuencias que este provoca son un primer paso para liberarse de ese sufrimiento psicológico que implica el desconocer qué le pasa y la frustración de no saber si puede cambiar. El hecho de observar el progreso en otras áreas, como la independencia o la comunicación interpersonal, le ayudará a reducir su frustración y, junto con técnicas de relajación, a controlar el estrés.

Control de la impulsividad y la ira, enseñándole a detectar cuándo se está tensando y, con ello, el momento en que puede surgir ese estallido de ira. Una vez detectado deberá de aplicar técnicas de visualización positiva (donde se imagine lo más vívidamente posible en un lugar tranquilo y calmado alejado de cualquier problema) y de relajación (con tres respiraciones profundas, en el que se inspire por la nariz y expire por la boca lentamente el aire mientras se cuenta hasta diez), que le devuelvan la tranquilidad necesaria para superar dicha situación.

Combatir las ideas suicidas y los intentos de autolesión, a través de acuerdos establecidos entre paciente-terapeuta en los que se busca una mayor comprensión de sí mismo y su trastorno, a la vez que se observan progresos en otras áreas en las que se trabaja, a cambio de una reducción hasta su desaparición de conductas de autoagresión e intentos de suicidio.


Disminución de determinados síntomas agudos, para lo que se emplearán psicofármacos específicos que ayuden a controlarlos cuando surjan.


Diagnóstico

Diagnóstico del trastorno límite de la personalidad

El término borderline del trastorno límite de la personalidad no tiene que ver con aquel que hace referencia a un determinado nivel de inteligencia. Una vez hecha esta aclaración, hay que señalar que existe una dificultad objetiva a la hora de establecer el diagnóstico, debido a la gran variabilidad de síntomas que puede presentar cada persona y a los cambios que se manifiestan en el tiempo.

Así, en un momento determinado, una persona puede llegar a consulta por un problema de accesos de ira, es decir, por hipersensibilidad que le lleva a estallar en forma de ira. En otra ocasión, esta misma persona puede demandar ayuda para superar una ruptura amorosa, que ha acabado de forma abrupta a pesar de haber realizado grandes esfuerzos por mantener dicha relación. Más adelante estos síntomas remiten presentándose otros, acumulando un historial clínico aparentemente confuso e inconexo.

Esta amplitud de síntomas posibles que puede mostrar el paciente dificulta el diagnóstico del trastorno límite de la personalidad, ya que alguno de estos puede provenir de otras patologías, como el trastorno bipolar -donde se produce una alternancia de estados de ánimo, aunque sus síntomas son más duraderos en el tiempo-, o el trastorno por déficit de atención por hiperactividad, en el que se da hipersensibilidad e impulsividad, y que conlleva también bajo rendimiento académico, en este caso debido a una falta de atención más que por un continuo cambio de interés.

La tarea del especialista, en primer lugar, será la de determinar si se trata de un trastorno límite de la personalidad, distinguiendo los síntomas que son propios del mismo y, de observarse otros síntomas, determinar si se están produciendo, además, otros trastornos concomitantes.

 Entre los más habituales que se presentan a la vez está la depresión mayor, el trastorno narcisista y trastornos de alimentación, complicándose además en muchos casos con adicciones y abuso de sustancias, que no hacen sino empeorar el cuadro clínico y complicar su recuperación.

Sintomatología

Síntomas y manifestaciones del trastorno límite de la personalidad




Una de las mayores dificultades que se encuentra el profesional a la hora de realizar un adecuado diagnóstico del trastorno límite de la personalidad es tener que determinar los síntomas que corresponden a este trastorno, cuya característica principal es precisamente la inestabilidad, cambiando con frecuencia su sintomatología. Entre los síntomas y manifestaciones del trastorno límite de personalidad o borderline que pueden presentarse destacan:

Estado de ánimo cambiante, viviendo fases de tranquilidad y sosiego, y al momento siguiente, y sin que medie circunstancia alguna, se viven repentinos ataques de ira o ansiedad.

Dudas constantes sobre sí mismo, sobre su valía como persona o sobre su capacidad de afrontar el futuro, lo que se va a reflejar en cambios continuos de aficiones e intereses, y en una menor implicación en actividades que requieren un esfuerzo continuado durante un largo plazo.

Sentimientos crónicos de vacío e inutilidad, debidos a una devaluada percepción de su identidad, en comparación con la de los demás.

Relaciones interpersonales intensas y con continuas rupturas, debido a la inestabilidad en su forma de ver a los demás, lo que le lleva en ocasiones a idealizar a alguien, para luego devaluarlo con la misma intensidad.
Comportamientos extremos que ponen en riesgo la propia vida, motivados por su impulsividad y la búsqueda de sentido, lo que puede llevar incluso a intentos de suicidio.

Como se ha comentado anteriormente, este es un listado representativo de los síntomas que pueden presentarse para establecer el diagnóstico de trastorno límite de la personalidad, pero no tienen que aparecer todos, y además estos pueden ir variando en el tiempo, por lo que aumentarán las quejas del paciente y de sus más allegados, al no entender lo que sucede, y no encontrar un diagnóstico claro y rápido al respecto a partir del cual empezar a trabajar para superarlo.

A pesar de que la persona con este trastorno muestra una inteligencia normal, su desempeño a nivel académico puede ser inferior al de sus compañeros, debido precisamente a su inestabilidad en cuanto a sus intereses y una inconstante capacidad de trabajo, lo que agrava sus sentimientos de frustración y desesperanza, aumentando su sufrimiento psicológico.

En el ámbito laboral va a mostrar dificultades en aquellas profesiones que requieran de un esfuerzo constante, lo que podría ocasionar la pérdida del puesto de trabajo.


Trastorno límite de personalidad

Si conoces a alguien con una personalidad “débil”, que tiene una valoración muy pobre sobre sí mismo, y sufre constantes rupturas en sus relaciones y repetidos brotes de ira, puede que esta persona padezca un trastorno límite de la personalidad, también conocido como borderline. Se trata de uno de los trastornos de personalidad menos conocidos y que provoca gran sufrimiento a quien lo padece y a los que conviven con él; además, se puede presentar de forma diferente en cada persona, lo que dificulta un diagnóstico claro y retrasa la aplicación del tratamiento.

Tal como indica su nombre el trastorno límite de la personalidad está encuadrado dentro de los trastornos de personalidad, y también se le denomina trastorno fronterizo de la personalidad o borderline; este término puede llevar a cierta confusión, pues también se usa para designar un determinado grado de inteligencia. La inteligencia borderline se corresponde con la puntuación intermedia obtenida en las pruebas de inteligencia, resultando inferior a la normal sin llegar al retraso mental.

Es importante no confundirlo, ya que en el trastorno límite de la personalidad no se ve afectada la inteligencia, a diferencia de otras áreas como la emocional o el control de los impulsos. Se presenta con mayor frecuencia en la población femenina, en una proporción de tres casos frente a uno en hombres. La edad de inicio es temprana, normalmente antes de la adolescencia. Aunque a veces tiene un origen genético, en la mayoría de los casos responde a un ambiente familiar desestructurado o por abusos.

Su característica principal es que los afectados tienen una personalidad débil y cambiante, que duda de todo, incluso de sí misma, con momentos de calma que se pueden volver al instante y sin previo aviso en ira, ansiedad o desesperación. En estas personas las emociones “están a flor de piel”, y viven las relaciones muy intensamente, tanto en el enamoramiento, en el que se llega a idolatrar a la otra persona, como en las rupturas, donde afloran sentimientos de desprecio por verse rechazado.

¿Qué es el trastorno límite de la personalidad?

La convivencia con una persona con trastorno límite de la personalidad es muy difícil; de ahí las constantes rupturas de relaciones de pareja, donde la otra parte “no aguanta más” la situación, que puede llegar a ser “asfixiante”. A esto se le van a añadir problemas en el rendimiento y en las relaciones de trabajo, lo que puede poner en riesgo la economía de quien sufre este trastorno. Además, se suele ver agravado con la presencia de adicciones a sustancias, e incluso de otros trastornos presentados a la vez